La Guerra Civil

La interpretación de los hechos

Introducció

Índex del tema:
No hay unanimidad entre los diversos historiadores o los libros consultados sobre la periodicidad más adecuada para estudiar el tema de la Guerra Civil, así que seguiremos la siguiente, atendiendo más a los acontecimientos políticos de la retaguardia que a la evolución de las operaciones bélicas. No obstante, en cada fase se comenta la evolución del frente de guerra y la situación de la retaguardia en cada una de las zonas:

  

    INTRODUCCIÓN

             Para muchos historiadores la Guerra Civil española fue el antecedente inmediato de la II Guerra Mundial en Europa (en el mundo lo sería la invasión de China por parte japonesa en 1937) por diversos motivos, entre ellos, el enfrentamiento fascismo - antifascismo, la utilización del terror entre la población civil como medio de presión para desmoralizar al enemigo (Barcelona sería la primera gran ciudad cuya población fue bombardeada) y la experimentación como banco de pruebas de la nueva tecnología militar que sería después utilizada en la guerra mundial. La Guerra Civil española ha sido también un período de nuestra historia extraordinariamente interesante para los historiadores porque ha sido el único país en que se puso en marcha una revolución anarquista. A pesar del horror que toda guerra supone, fue también un período de esperanza revolucionaria para muchos españoles que creyeron había llegado la hora de acabar con la miseria y la injusticia que habían padecido desde tiempos lejanos y fue un período especialmente esperanzador para las mujeres  (se nombró a la primera  ministra de la historia de Europa y puede que del mundo -no he podido ratificarlo-). Pero no pudo ser. Seguramente ni algunos de los métodos ni el momento fueron adecuados y unos y otras lo pagaron muy caro: durante los cuarenta años siguientes los vencedores les recordarían constantemente su derrota (y, paradójicamente, hoy quieren que se olvide), por eso durante esos cuarenta años siguió habiendo odio entre unas familias y otras, cuando menos en los pueblos en los que todo el mundo se conocía, porque aunque en 1939 acabó la guerra, no llegó la paz, y ésta fue una de sus consecuencias.

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 julio-septiembre del 36

      El 17 de julio Franco subleva al ejército de Marruecos (desembarco en Canarias) lo que supuso al día siguiente que el golpe de Estado fuera seguido por los mandos militares en las principales ciudades de España y el inicio de la lucha entre las tropas adheridas a la sublevación  contra los obreros armados y militares fieles. La dimisión de Casares Quiroga dio lugar a la formación del gobierno de José Giral, de Izquierda Republicana, que decidió la distribución de armas entre los sindicatos y los partidos (en Barcelona el president Lluis Companys también decidió hacerlo ante la rebelión de Goded), aunque en otras ocasiones, o al mismo tiempo,  el asalto realizado  a los cuarteles proporcionó directamente el armamento necesario  a la  clase obrera que se enfrentó a las tropas rebeldes (sectores del ejército y la Guardia Civil) combatiendo junto a  militares, sectores de la Guardia Civil y  Guardias de Asalto  consiguiendo que el golpe de Estado fracasara en muchos de los lugares. El fracaso del pronuciamiento militar en parte del territorio español dio lugar al comienzo de la Guerra Civil. España queda dividida en dos zonas: la zona franquista (rebelde, fascista  o nacional) y la zona republicana (roja). Desde el día 18, ni el gobierno ni los rebeldes controlaban la totalidad del país. En un principio, la sublevación dejó en manos de los insurrectos Galicia, Navarra (Mola), Álava, el oeste de Aragón, las islas Baleares (excepto Menorca) y las Canarias, así como la zona del protectorado español sobre Marruecos, buena parte del territorio de lo que hoy es la comunidad autónoma de Castilla y León, casi toda la provincia de Cáceres y algunas poblaciones de Andalucía (Sevilla y Cádiz -Queipo de Llano-). El gobierno republicano conservaba casi toda Andalucía (excepto la ciudad de Sevilla y Cádiz), el País Vasco (salvo Álava), Asturias (excepto la ciudad de Oviedo) y Cataluña, así como la isla balear de Menorca y los territorios de las actuales comunidades autónomas de Cantabria, Castilla-La Mancha, Región de Murcia y la Comunidad Valenciana (ver mapa). Socialmente, los franquistas fueron la gente de derechas del período anterior (alta burguesía, sectores de clases medias, terratenientes, pequeños labradores propietarios y gran parte de la jerarquía eclesiástica), los que apoyaron a la República eran, en general, la pequeña y mediana burguesía, obreros y campesinos no propietarios.

             Enseguida hubo una reunión de las potencias extranjeras que, en una situación internacional extremadamente delicada,  llegaron al acuerdo de la No Intervención, lo que significaba aislar a España no proporcionando a los contendientes armas o tropas a nivel gubernamental. En estos momentos, en efecto, había tres frentes con características comunes i, simultáneamente, opuestas:

  • sistema político de democracia liberal, economía capitalista (Francia, G.Bretaña)
  • sistema político de dictadura fascista, economía  capitalista (Alemania, Italia)
  • sistema político de dictadura comunista, economía  socialista (URSS)

        La tensión internacional que generaba esta situación, con sectores de la sociedad enfrentados que producía también tensiones internas, era enorme porque, ante un eventual enfrentamiento armado (que las democracias y la URSS intentaban posponer para cuando estuvieran mejor preparadas) no se sabía qué sistema de alianzas se produciría: una alianza entre las potencias democráticas y la Alemania nazi era poco probable (pero amplios sectores de la población en aquellas democracias presionaba para tal efecto), pero todavía era menos la unión de las democracias capitalistas con el país comunista, lo que era impensable en aquellos momentos era la posibilidad de un acuerdo entre el nazismo y el comunismo. Stalin, pues, estaba convencido del peligro en que se encontraba la Unión Soviética  y trataría por todos los medios posibles no desestabilizar la delicada situación internacional en que se encontraba Europa. Pero el acuerdo de no intervención no fue respetado: las tropas infieles recibieron desde el primer momento ayuda militar de  Alemania e Italia, mientras la URSS vendió armamento a la República (también envió asesoramiento militar y político al PCE). Méjico fue el único gobierno que envió ayuda solidaria a la República. Internacionalmente pues, las democracias optaron por aislar a España  para que su conflicto no agravara su propia situación. Sin embargo, hombres y, en menor medida mujeres, de todo el mundo (especialmente europeos  franceses, británicos, irlandeses, italianos, alemanes) decidieron voluntariamente ir a luchar contra el fascismo en tierras de España y, al margen de los acuerdos internacionales, entraron ilegalmente en el país para unirse a los combatientes republicanos. Muchos de estos brigadistas internacionales eran de ideología comunista y en estos primeros meses se fueron incorporaron a las milicias que se estaban formando. En una época como la actual, sorprende que hubiera jóvenes que voluntariamente abandonaran por la defensa de sus ideas la seguridad en que vivían, su trabajo, a sus amigos y  a su familia para ir a jugarse la vida en un país en guerra. Solamente lo podremos entender si tenemos en cuenta la situación que vivía Europa en esos años que hacía que la lucha contra el fascismo la sintieran como propia y que pensaran que la guerra europea sería inevitable. La Guerra en España era una posibilidad de parar los pies a Hitler y Mussolini y, quizá,  de soslayarla. No pudo ser.    

 

Territorio franquista (hacia Madrid)
       Entre agosto-septiembre del años 36, la zona franquista, controlada desde el primer momento con la ayuda del ejército colonial y el apoyo  logístico y político de Alemania e Italia (que reconocieron al gobierno de Burgos como el legítimo representante de España ya en los primeros días de guerra), era fundamentalmente de economía agrícola, sin gran densidad de población, con escasa industria y pocas grandes ciudades. Durante esos dos primeros meses el territorio controlado se amplió ligeramente en Andalucía (Mérida y Badajoz) aunque el interés primordial de la Junta de Defensa Nacional, el nuevo gobierno constituido con sede en Burgos, era el de ocupar Madrid lo más pronto posible ya que, conscientes de que la mayor parte del ejército se había sublevado y creyendo que la República estaba desprotegida, se preparaban para una guerra corta y de rápida victoria.  Pero no fue así.
       Para evitar problemas internos se organizó desde el gobierno una represión sistemática (llevada a cabo por militares y falangistas, a veces por su propia cuenta) a base de juicios sumarísimos y fusilamientos in situ  contra todos los considerados opositores al nuevo régimen, que, de momento, mantenía  una dirección inicialmente tripartita: Mola, Sanjurjo ( hasta su muerte el 20 de julio) y Franco.

 

Territorio republicano (la toma del poder por el anarquismo)
      A la zona republicana le correspondía la España industrializada, la de mayor densidad de población y las principales ciudades, pero el control de ese territorio dejaron de tenerlo las instituciones existentes (gobierno republicano, Generalitat) casi inmediatamente de iniciarse la contienda debido a la toma del poder por parte de las organizaciones obreras a través de los sindicatos CNT-UGT  que crearon una serie de gobiernos populares paralelos, entre los más destacados:

  • El Comité de Milícies Antifeixistes en Catalunya
  • Las Juntas de Defensa en Madrid, Aragón y el norte
  • El Comité Ejecutivo Popular en Levante

         La tarea de estos  gobiernos era triple: la organización de la Defensa, el control o la dirección de la revolución que las masas populares, obreros y campesinos, estaban realizando, y la regulación de la represión que los incontrolados estaban llevando a cabo por propia iniciativa contra los elementos considerados fascistas (propietarios y eclesiásticos).
        La respuesta al primer objetivo fue la creación de milicias de voluntarios que cada partido o fuerza sindical organizó por su cuenta. El primer destino de muchas de esas milicias fue la defensa de Madrid. La revolución que las masas anarquistas (más o menos dirigidas desde la CNT y la FAI) estaban llevando a cabo a base de colectivizaciones agrarias (especialmente en Castilla-La Mancha y el Aragón) e industriales (en Catalunya) y la puesta en práctica de muchos otros aspectos socio-políticos que hasta ahora habían sido teóricos (se crearon numerosos poderes locales) fue difícil controlarla en medio de la situación bélica existente (en el País Vasco, el PNV sí intervino en la situación y la revolución no se produjo). Estamos, pues, en un momento en que las masas populares, armadas, tienen el poder y ponen en marcha la revolución deseada, espontáneamente, sin experiencia previa, en muchas ocasiones incluso al margen de los dirigentes anarquistas  (y en medio de una guerra civil). El fin de la actuación de los incontrolados tardó en conseguirse pero, en general, los historiadores coinciden en que al acabar este primer período los fusilamientos sin control fueron paulatinamente desapareciendo.
      Pero en la zona republicana la nueva situación estaba creando divisiones internas y la pérdida de la unidad política e incluso militar.       


                

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    Octubre 36-mayo 37      

 El frente de guerra         
         Al acabar el verano, en octubre, Madrid estaba sitiado y  los combates de las afueras se disputaban barrio por barrio, casa por casa. La llegada de las columnas milicianas provenientes de Catalunya (como los anarquistas de la columna Durruti) y los primeros contendientes de las Brigadas Internacionales, detuvieron, sin embargo,  el avance del ejército franquista e impidieron la ocupación inmediata de Madrid (“No pasarán” se convertirá en símbolo de la resistencia madrileña). La guerra no sería rápida y corta, y la estrategia, que pretendía acceder a la capital desde el norte y desde el sur, debía cambiar, especialmente después de la batalla  de Guadalajara (finales de marzo de 1937) en la que las tropas italianas sufrieron un duro revés,  por lo que  el nuevo objetivo fue la conquista del norte. Con el apoyo de la Legión Cóndor alemana y después de bombardear Guernica (pequeña localidad cuya  población civil fue masacrada en abril del 37), el avance hacia el norte sería imparable.

 

Territorio franquista (la contrucción del Estado Nacional-Sindicalista)
                 En la zona franquista y por una serie de hechos imprevistos (muerte de Sanjurjo y de Mola en accidentes de aviación, fusilamiento de José Antonio), se produce en estos meses la concentración de poderes en la persona de Franco que en la formación del nuevo Estado Nacional-Sindicalista se convierte en jefe del Estado, jefe del gobierno, jefe del ejército y jefe del partido único (FET y de las JONS) del nuevo régimen -llamado “Movimiento Nacional"-. El objetivo fundamental del gobierno es ganar la guerra (y poco a poco ir creando las instituciones del nuevo Estado). La represión contra los sospechosos continuó  a medida que se fue ampliando su área territorial.

 

Territorio republicano (la pérdida del poder cenetista)
            En la zona republicana la pérdida territorial aumentó las dificultades de la economía socializada agravadas por el enfrentamiento creciente entre las fuerzas sociopolíticas, a pesar de la instauración de un nuevo gobierno (septiembre 36) en el que estaban representadas todas ellas, incluso los anarquistas dos meses después: es el gobierno presidido por Largo Caballero (ala izquierda del PSOE), con ministros de la izquierda republicana, comunistas del PCE y 3 ministros anarquistas (desde noviembre). La incorporación al gobierno fue difícil de asumir por parte de los dirigentes de la CNT y más lo fue todavía comprenderlo a las bases anarquistas, se adujo fundamentalmente que fue necesario para dirigir y proteger  la revolución libertaria en marcha, porque enseguida éste fue el punto crucial que dividirá las fuerzas republicanas en función de objetivos opuestos:

  • Para la CNT-FAI, el POUM (partido comunista no estalinista, en Catalunya), sectores del PSOE-UGT y las masas obreras y campesinas, la única manera de ganar la guerra era haciendo la revolución social, con la que se sentían identificadas las masa populares y por la que merecía la pena luchar y no para defender una república burguesa y capitalista. Había llegado la hora de la revolución tantas veces ansiada y tenían las armas para llevarla a cabo. El mantenimiento de los gobiernos populares y las milicias eran instrumentos imprescindibles para conseguirlo.

  • Para los partidos republicanos de izquierda, el PC y sectores del PSOE, el objetivo fundamental era ganar la guerra al fascismo (y, en todo caso, ya llegaría más tarde la hora de la Revolución) y eso sólo se conseguiría –ante la superioridad militar que Alemania e Italia daban a Franco- con la ayuda internacional a la República española, pero esa ayuda sólo llegaría si era para la defensa de una República Liberal Democrática, por lo que se hacía necesario restaurar las instituciones republicanas, comenzando por un gobierno central fuerte (acabando, pues, con los gobiernos obreros autónomos) y  la creación de un ejército popular regular, lo que suponía la militarización de las milicias (y el fin de su sistema organizativo: elección de mandos, igualdad de salario y, singularmente, la presencia de milicianas).

               La oposición de intereses irá agravando la situación y creando tensiones entre los diversos sectores republicanos a partir de finales del año 36. Los enfrentamientos entre militantes comunistas  y anarquistas, los encontronazos entre milicianos de uno y otro sector, las acusaciones cada vez más graves, los reproches en la distribución del armamento  (las quejas de las milicias cenetistas fueron numerosas a este respecto), mientras las milicias anarquistas eran acusados de indisciplina y descoordinación e incluso de ser responsables por ello de las derrotas militares y, por sus colectivizaciones, de  la crisis económica. Las tensiones serán cada vez más frecuentes hasta culminar en los Hechos de Mayo del 37 que significaron, a mi entender, un verdadero golpe de Estado contra la CNT.
                Los Hechos de Mayo supusieron una guerra civil que enfrentó a la CNT-FAI, el POUM y sectores de la UGT contra la Generalitat, o sea, ERC, PSUC (el partido comunista estalinista en Catalunya) y sectores de la UGT,  por la disputa del poder que llevaría a realizar uno u otro de los objetivos citados y que duró apenas diez días en Barcelona y alguna otras poblaciones catalanas. Sus consecuencias fueron la pérdida del  poder de la CNT-FAI, el aniquilamiento del POUM (considerado responsable de los hechos), la caída de Largo Caballero (que se negó a suscribir los procesos contra el POUM) y la pérdida de competencias de la Generalitat  (Defensa y Orden Público) a favor del gobierno Central (en Valencia desde noviembre). Dicho de otra manera, se trató de  la toma del poder del Partido Comunista (muy popular gracias a la ayuda soviética) que apoya al nuevo gobierno presidido por Negrín que a partir de estonces pondrá en marcha el objetivo exclusivo de ganar la guerra y, para ello, la reconstrucción del Estado Republicano. O sea, es el fin de las milicias, de la revolución y del anarquismo con poder de decisión. Los dirigentes de la CNT durante los meses previos a los Hechos del 37 se vieron a veces sobrepasados por las bases, en ocasiones se mostraron incapaces de explicar la adaptación de la teoría a la práctica (la intervención en el gobierno, por ejemplo) y, según mi opinión, estuvieron indecisos a la hora de imponer su revolución frente a las otras fuerzas republicanas, cosa que conllevó, a la larga, su derrota. Su postura en los acontecimientos de mayo así lo demuestra, continuamente llamando a la reconciliación, a la moderación, pidiendo a sus bases que no respondieran a las provocaciones, aceptando finalmente éstas la entrega de las armas contra la opinión de muchos anarquistas que sólo a regañadientes obedecieron las consignas de sus dirigentes.

        

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                                                        Junio 37-marzo 39                                                                       

 El frente de guerra          
       Desde junio del 1937 el territorio controlado por los franquistas no dejó de aumentar.  En junio ocupan Bilbao, en agosto, un mes después de la victoria de Brunete,  Santander. Acabada la ocupación del norte en Asturias (en octubre, Gijón y Avilés), el frente de guerra se desplaza hacia Aragón. A finales del 37 tiene lugar la ofensiva republicana para intentar la recuperación de Teruel, pero en abril del 38 las tropas franquistas llegan a Vinarós  dividiendo a partir de ese momento el territorio republicano. En el verano tuvo lugar la trascendental Batalla del Ebro, victoriosa para Franco, que le permitió la ocupación total de Catalunya en enero del 39. La entrada en Madrid en marzo de ese año significa el fin de la contienda militar. Desde febrero, Francia y Gran Bretaña reconocen oficialmente  al gobierno de Burgos. En estos primeros meses del año tiene lugar la huída a través de los Pirineos de miles de familias republicanas temerosas de las represalias a medida que avanzaban las tropas fascistas, es el exilio que condujo a la mayoría de ellos a los campos de refugiados del sur de Francia, en pésimas condiciones, desde donde se trasladarían a diversos destinos: retorno a España  (que, para algunos, supuso el pelotón de fusilamiento, la cárcel  o trabajos forzados en los campos de concentración), otros siguieron el exilio hacia Inglaterra y, sobre todo, a Méjico, y una minoría, al estallar la II Guerra Mundial en Europa, se unieron a la resistencia o fueron hechos prisioneros por los nazis que en respuesta al “no hay españoles fuera de España” de Franco les deportaron a los campos de exterminio de los que muy pocos sobrevivieron. 

Territorio franquista
            En la retaguardia de la zona franquista prosigue la institucionalización del Estado nacional-Sindicalista: en enero del 38 se crea el primer gobierno de Franco (como Jefe del Estado y presidente del gobierno), integrado por militares y por falangistas, tradicionalistas y monárquicos, y se inicia la promulgación de las Leyes Fundamentales del Reino: ley de la enseñanza religiosa, las leyes laborales del Fuero del Trabajo (en marzo, que establecen el Sindicato Vertical de empresarios y obreros, quedando prohibida la huelga), y asimismo se derogan leyes de la Constitución del 31 como el matrimonio civil, el divorcio y  la Reforma Agraria.

 

Territorio republicano
          En la zona republicana, desde octubre del 37 se crea el gobierno Negrín-Prieto con ministros del PCE, de reforzamiento del poder central (asumiendo competencias de las autonomías)   cuyo objetivo es el de ganar la guerra, para lo cual se reconstruye el Estado republicano, ahora ya, liquidadas definitivamente las milicias desde los Hechos de Mayo, con un Ejército Regular, y un control estricto sobre las empresas enfocadas a  la economía de guerra (liquidando la obra de la colectivización y el control sindical de las mismas), gobierno que intentará por todos los medios convencer a las democracias occidentales de la necesidad de salvar a la República Democrática española.
            Las dificultades económicas, la pérdida territorial y el avance de las tropas franquistas conducen en a la formación de  un nuevo gobierno de concentración republicana (PSOE-PCE-IR-UGT-CNT) cuyo cada vez más apremiante objetivo  es el de resistir como se pueda ante el inminente comienzo de la contienda mundial, en un momento de aguda tensión internacional ante la política expansionista de Hitler, con el fin de enlazar el futuro de la democracia española antifascista con el destino de las otras democracias europeas y conseguir, de esta manera, la ansiada ayuda internacional para combatir al fascismo español. Pero las potencias antifascistas europeas no están dispuestas a iniciar la guerra todavía y las concesiones del pacto de Munich (septiembre del 38) ratifican el sacrificio de la República Española. Los últimos días de la República conocieron la confusa situación de un nuevo enfrentamiento entre republicanos a raíz del golpe de estado del general Casado (5 de marzo del 39), secundado por el general Miaja, que presidirá el Consejo Nacional de Defensa que desplazó por la fuerza, con el respaldo anarquista y de sectores socialistas, al gobierno de Negrín apoyado por los comunistas. El objetivo de Casado, contrario a la resistencia a ultranza gubernamental, era el de negociar “una paz honrosa” (que suponía permitir la salida a las miles de personas que esperaban los barcos en Alicante, que el pueblo español pudiera decidir libremente acerca del futuro del régimen, así como garantía de evitar persecuciones y represalias después de la guerra), pero Franco no estuvo dispuesto a aceptarlo y exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo entran sus tropas en Madrid, el 1º de abril se publica el último parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales los últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. El 1 de septiembre se iniciaba la II Guerra Mundial.

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